"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree". (Romanos 1:16)

septiembre 07, 2005

No te conformes con menos

“Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.
Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo.
Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto.
Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?
Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos”.
(Hechos 19: 11-16)

¿Puedo hacerte algunas preguntas? No para que me las respondas, ya que no nos es posible sentarnos a conversar, ni es esa mi intención, pues desearía más bien que pudieras voltear a tu interior y respondértelas tu mismo con sinceridad.
¡Cuánto me gustaría ayudarte a no conformarte con menos que lo que Dios puede y quiere hacer a través de ti en este mundo tan necesitado! ¡Cuánto me gustaría que entendieras la urgencia que hay en el mundo de hombres y mujeres que le crean a Dios, que capten el mensaje y tomen con seriedad la decisión, de una vez por todas, de tomar y desarrollar el papel que les corresponde y que Dios espera que desempeñen!
¿Quieres? ¿Quieres ser una diferencia en el mundo? ¿Quieres atreverte y creerle a Dios lo que puede hacer con tu vida rendida y dispuesta delante de su Presencia?

Las preguntas que te haré, quizás puedan ayudarte, oro porque así sea:

¿Qué sucede cuando te levantas cada mañana?
¿Sucede algo en el mundo espiritual? ¿haces alguna diferencia?
¿Cómo reacciona satanás al sonar tu despertador?
¿Le da cuidado, está pendiente, tiembla, o simplemente te considera poco nocivo, al igual que si estuvieses dormido aún?
¿Te conoce?

“Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?”. (Hechos 19:15)

¿Te das cuenta de cómo los espíritus temblaban y respetaban a Jesús, y a Pablo?
¿No te gustaría que dijera “a Jesús conozco y sé quien es (tu nombre)”?

No me malinterpretes, por favor: No es lo que dicen de ti satanás o los espíritus malos lo que importa, sino es lo que Dios dice de ti, y que tú al creerle, pones en práctica, de tal modo que a satanás y los espíritus malos no les queda otra salida que reconocer tu potestad (poder y autoridad) sobre ellos.

Al igual que temblaban ante la presencia de Jesús y se le sometían, así como conocían a Pablo y le obedecían, lo harían contigo si comprendieras la potestad que Dios da a sus hijos obedientes que toman el lugar que les corresponde en el mundo espiritual.

¿Quieres que esa potestad te sea dada de parte de Dios?
Para tener todo poder y autoridad te es menester caminar en santidad.

¿Qué es santidad?
No es andar en las nubes como algunos piensan. La definición de santidad no es algo místico, ni elevado, complicado o difícil de entender. No es otra cosa que reconocer que Dios es el Rey en tu vida, que Él es quien manda, quien dirige tu vida. No tú.
Para caminar en santidad sólo tienes que dejarle ser el Rey en tu vida, en todo tiempo y en cualquier circunstancia. Rendirte bajo su reinado.
Si quieres hacer la diferencia, bien puedes. Deja de buscar argumentos, si eres sincero sabrás en verdad que no tienes excusa, pues El mismo Espíritu de Dios que actuaba en Pablo, está en ti.

¿La diferencia?
Pablo pagó el precio caminando en santidad, renunciando a si mismo y obedeciendo a Dios; tomó muy en serio la labor espiritual que Dios le dio. No se anduvo con rodeos, hizo la diferencia en el mundo que le rodeaba, en el de su tiempo, y aun hoy nos sigue sacudiendo con su ejemplo.

¿Qué harás tú?
¿Te quedarás sentado leyendo acerca de Pablo? ¿Admirando lo que hizo y leyendo lo que dijo?

Yo te invito a que lo hagas: lee acerca de Pablo; que te sacudan sus palabras y admires sus acciones, esas que movieron al mundo y lo mueven aún. Pero te ruego con insistencia, con urgencia: no te conformes con eso; por favor, no te conformes. Sal y haz lo que él hizo, di lo que él dijo.

Pablo hizo y dijo lo que Dios le mandó, cumplió con el llamado que Dios le hizo, fue obediente, atrevido. ¡Haz tú lo mismo!
No te conformes con menos… toma en serio el lugar que Dios quiere darte, sé un espectador de la obra de Dios en ti y a través de ti. Mueve al mundo con SU amor.

Retzi Quintanilla Flores.
Méjico.

julio 20, 2005

El llamado

"Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó a las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Sinaí, monte de Dios. Y se le apareció el Ángel del Señor en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo:
-Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.
Y viendo el Señor que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo:
-¡Moisés, Moisés!
Y él respondió: -Heme aquí.
Y dijo el Señor: -No te acerques, quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es-. Y añadió: -Yo soy el Dios de tus antepasados. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob"
. (Éxodo 3:1-6)


Cuatro pautas para el llamado:

1- Estar en la presencia de Dios: Moisés estaba en el monte de Dios apacentando las ovejas de su suegro, por lo que el encuentro con Dios fue casual. Sin embargo, Moisés fue guiado hasta allí por Dios, porque Él lo estaba buscando para que cumpliera con su propósito.

Cuanto más cerca estés de Dios, más claramente podrás escuchar su llamado. No te alejes de Él. Al alejarte, lo único que conseguirás es tener una vida menos plena. Dios no va a dejar de llamarte porque estés lejos de Él. Por el contrario, sí te llamará, sólo que tú serás incapaz de escucharlo y por consiguiente, no sabrás lo que Él quiere de ti. Y como no sabrás lo que quiere de ti, muy probablemente lo desobedezcas.

Quiero hacer una salvedad en cuanto a lo que significa la palabra llamado. Muchos le temen, porque piensan que llamado va directamente relacionado con la palabra misiones. Quiero decirte que, si bien la primera no implica necesariamente la segunda, todos fuimos llamados a ser sus hijos; todos somos llamados a servirle; todos somos llamados a tener una vida santa; no solamente los misioneros. El llamado a una vida cristiana, a una vida activa, no es excluyente. "Id y haced discípulos a todas las naciones" (Mateo 28:19), no sólo les fue dicho a los que ya están en las naciones, sino que fue una encomendación a todos los seguidores de Cristo, es decir, a todos los cristianos.

Algunos son llamados a salir de la cultura propia, otros son llamados a quedarse para la edificación del cuerpo, otros son llamados a plantar una iglesia, otros son llamados a dar testimonio de su gracia mediante la música, etc.

Si no sientes que el Señor te ha apartado, que te ha llamado por tu nombre (Isaías 43:1) para que cumplas una tarea específica, debo decirte que tienes un problema de comunicación. El Señor tiene cosas enormes preparadas para ti y está ansioso por dártelas, pero no podrá hacerlo hasta que te decidas a fijar tus ojos en Él. No rechaces sus lluvias de bendición, no dejes pasar más tiempo, pregúntale en intimidad qué es lo que Él quiere de tu vida, qué es lo que te está pidiendo. Es imprescindible que sepas lo que quiere de ti, que conozcas tu llamado, para que puedas ser un instrumento útil en sus manos. Vela para poder escuchar a Dios: “Me mantendré alerta, me apostaré en los terraplenes; estaré pendiente de lo que me diga, de su respuesta a mi reclamo” (Habacuc 2:1).

2- Ningún llamado es útil sin una decisión de tu parte. Cuando Moisés se dio cuenta de que la zarza no se consumía, tomó la decisión de ir y ver la visión.

Ya te lo he dicho antes, Dios no nos llama a estar quietos, sino a movilizarnos; no podemos estar ociosos. Moisés tuvo iniciativa, decidió ir y ver. Si tú no tomas la decisión de ir y ver qué es lo que el Señor quiere para tu vida, estás en un gran problema, porque nadie lo hará por ti. Ver el milagro de Dios no es suficiente si tú no eres partícipe del milagro.

Vuelvo a hacer énfasis en el movimiento: El Señor nos llama a movilizarnos; si no lo hacemos jamás podremos ser una iglesia sana. Cuando en el cuerpo un músculo está en ejercicio, es productivo, fuerte y sano. Cuando no trabaja, el músculo se atrofia y ya no sirve, ya que deja de cumplir la función que debería. Lo mismo pasa con el agua. Cuando corre, se renueva y se mantiene limpia y cristalina; además, tiene la suficiente fuerza (cuando es constante) como para erosionar una piedra y reducirla a un granito de arena. Cuando se estanca, no sólo pierde su fuerza, sino que se pudre.

No te quedes quieto. Que tu espera del milagro no se convierta en una excusa para tu impasibilidad. Sólo verás el milagro si caminas por el camino del Señor; no si lo único que haces es sentarte en el culto a calentar un asiento.

3- Luego de estar en la presencia de Dios y hacer lo posible para verlo, viene el llamado. Cuando Moisés se acerca a mirar, Dios lo llama por su propio nombre.

Me llama la atención que en un principio, todo lo que Dios le dice es "¡Moisés, Moisés!". Sólo eso. No le encomendó nada. En cuanto a ti, no pretendas que Dios te revele todas las cosas que quiere hacer contigo una sola vez y de forma acabada. ¿Por qué? Pues porque no podrías entenderlo, ni soportarlo. Creo que es como aprender matemáticas. De nada te serviría saber que "la suma del cuadrado de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa", si ni siquiera sabes sumar y restar. El llamado de Dios se maneja de la misma forma. Es un camino largo y progresivo, donde a medida que vas creciendo tienes que ir cediendo, renovándote y renunciando a las cosas que Él te pida.

De eso se trata el tercer punto del llamado: lo primero que Dios le pide a Moisés no es otra cosa que su disponibilidad. El Señor sólo buscaba de Moisés la respuesta que encontró: "Heme aquí". Sin prejuicios, ni reservas. Dios te llama a que le entregues tu vida entera a su disposición, a que pongas en práctica lo que la palabra Señor realmente significa. Señor implica que ya no tienes potestad sobre tu vida, que ya no te pertenece, que no es tuya; significa que Él es el dueño (quien pagó precio de sangre por ella) de la vida que te da para que administres, que Él manda sobre tu vida. Por eso, si el Señor te está llamando, no le digas "en seguida voy", sino "aquí estoy".

4- La condición para esto es la santidad (Moisés pisaba tierra santa). No es suficiente que tengas toda la disponibilidad para servirlo, debes llevar una vida pura y ejemplar. De hecho, ese es el llamado que te ha hecho (a mí y a ti): "Sed santos porque yo soy santo" (Levítico 11:44-45). Tu andar diario tiene necesariamente que reflejar la presencia del Espíritu Santo. Si no, todo lo demás se derrumba.

Sé un instrumento útil para el Señor, deja que Él te moldee y perfeccione a fin de que pueda usarte. Él es sabio, es soberano; déjalo obrar a Él, que es quien mejor sabe cómo hacerlo.

Dios te ha escogido y te está llamando para que cumplas con su propósito específico y único. Dios quiere bendecirte, pero debes llevar a cabo esta condición (santidad) y estar dispuesto a la acción para la extensión de su reino.

M. P. B.
Argentina.

junio 08, 2005

La Palabra

Uno de los poderes más impactantes que poseemos es, sin duda, la palabra. Con ella, edificamos, alegramos, alentamos, confirmamos, justificamos y excusamos. Toda una serie de cosas que logramos con la sola emisión de un sonido de nuestra boca o por medio de la escritura. Cuánto mas valor tiene este inagotable recurso cuando es usado precisamente por el Creador de todas las cosas y por su hijo el Redentor.

La palabra por excelencia es nuestra Sagrada Biblia. En ella encontramos absolutamente todas las respuestas a nuestra existencia. Nos enseña a vivir, a edificarnos, a justificarnos, a encontrar el camino hacia el Padre y, fundamentalmente, a prepararnos para la vida eterna.

En este día de tristeza, en el que el ser humano seguramente sorprende a los cielos, por ejecutar el crimen más injusto y de la peor manera -crucificar al Hijo amado y directo de Dios, al Mesías-, tenemos la posibilidad y la esperanza mediante la Palabra empeñada por Dios de tomarnos de la sangre preciosa de Jesús. Al hacer esto, podemos cambiar el rumbo de nuestra vida, asirnos de sus promesas y comenzar a limpiarnos de la esclavitud del pecado, aferrarnos fuertemente a ella y creer -solamente creer- que está escrita para mí. Porque, si Jesús vino a morir por mí, también es por mí que fue escrita la Biblia, que es nada más ni nada menos que la expresión de la voluntad de Dios a lo largo de la creación. Aferrémonos, entonces, a su verdad y comencemos a vivir una vida en abundancia disfrutando del placer de sabernos hijos de Dios, lavados por la sangre del Cordero.

Démonos palabras de aliento los unos a los otros, palabras de amor. Tomémonos de las promesas de la palabra de Dios: “Por sus llagas fuimos sanados”, “de tal manera amó Dios al mundo que envió a su único hijo”, “ama al Señor tu Dios con todo tu corazón”, “cielo y tierra pasarán mas mis palabras no pasarán”. Todo está dispuesto para nuestra salvación, solamente debemos aferrarnos y creer, entregándole nuestra vida a Él, a quien nos la dio, al dueño de todo nuestro ser, quien no sólo nos formó desde el vientre de nuestra madre, sino que incluso nos dio el regalo extra de la libertad, libertad inclusive de negarlo.

Sujetémonos a la Palabra santa y verdadera de Dios. Él dijo que todos nuestros pecados serán perdonados, y dijo todos, no algunos. Solamente debemos creer en su inmenso amor, como en la parábola del hijo pródigo, y no nos pedirá cuentas de lo que hicimos cuando estábamos lejos de Él, solamente quiere que volvamos para poder abrazarnos, acariciarnos y darnos la posibilidad de vivir eternamente. Solamente debemos obedecer: amarlo prioritariamente a Él, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Boris Baluk.
Argentina.

junio 02, 2005

¿Qué descubre Martín Lutero?

En el periodo de la historia llamado Edad Media -u Oscurantismo- (siglo VI al siglo XV), la Palabra de Dios quedó restringida. Martín Lutero fue quien tuvo la posibilidad de divulgarla. A esta época se la llamó "La Reforma".

Lutero, al realizar un viaje a Roma, observó cómo procedía su iglesia a través de actitudes de contenido viciado. Por este motivo, comenzó a orar en pos de la Verdad Divina. A su regreso, decidió clavar en la puerta del templo que tenía a su cargo un escrito con 95 tesis que contenían su pensamiento, lo que le costó la excomunión.

Lo importante es que le fue revelada la diferencia entre la salvación por obras y la salvación por fe, a través del pasaje de Habacuc 2:4b: "Más el justo por su fe vivirá" (también en Romanos 1:17, Gálatas 3:11 y Hebreos 10:38).

Veamos la profundidad de esta Palabra Divina sobre "la justicia de Dios":
"Es la justicia de Dios -no la nuestra-, la que se revela en el evangelio" (Romanos 1:17a). Este “evangelio es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree" (Romanos 1: 16).

Vemos que en Romanos 1:17 dice: "En el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para fe". ¿Qué significa esto? "Por fe", del original griego "a partir de la fe" que Dios infunde en nosotros. La fe es la fuente y el fundamento de la revelación de la justicia de Dios (ver Romanos 12:2).

Ahora bien, "para fe" indica que la fe verdadera y genuina que Dios ha infundido en nosotros "recibe y contiene su justicia” . De este modo, la fe podrá verse en nosotros, que deberemos aferrarnos a Dios, de manera tal que vivamos por esta fe para seguir creciendo.

Que Su gracia esté con nosotros.

Roberto Del Savio.
Argentina.